En los años 80 el Ronnie Scott de Londres no era rimbombante. Pero sí espectacularmente musical.
En mi primera visita una noche de invierno de 1986 alguien me contó que el lugar abrió en 1959.
Estaba en el 39 Gerrard Street del distrito del Soho. En 1965 , siempre administrado por los músicos Ronnie Scott y Pete King se mudó al 47 Frith Street del mismo mágico distrito.
En esa época quizá no era «rimbombante», palabra que usó entonces un caribeño asiduo al lugar. Pero exudaba música hasta en silencio.
Hubo suerte una noche, ya sospechada cuando los «bouncers» hacían preguntas a los clientes desconocidos.
Mientras se saboreaba un Bloddy Mary legítimo, y las luces se ubicaban bien, podía verse ese día en el público un cliente que atraía toda la atención.
Tocaba una banda caribeña -Irakere, Premio Grammy 1980 a la Mejor Grabación Latina bajo la dirección del pianista Chucho Valdés- con énfasis en la percusión, un cantante de voz potente e impecable, y trompetas que merodeaban el jazz sin enterrar las guitarras.
Freddie Mercury en el Ronnie Scott
Y Freddie Mercury, en su mesa junto a amigos y amigas, escuchaban solemnes.
«Él sabe lo que oye», comentó Pete King.
Mercury, compositor, pianista, y músico británico de origen parsi e indio en efecto sabía cómo escuchar lo que escuchaba.
El vocalista principal de la banda de rock Queen en silencio hacía repiquetear sus dedos sobre una copa. Demostraba ya con su enorme éxito que también sabía sentir lo que cantaba.
El Ronnie Scott era el lugar perfecto para la madrugada londinense.
Londres no es nada insustancial. El Soho mucho menos.
Ubicado en una zona de la Ciudad de Westminster y parte del West End de Londres tiene apenas una milla cuadrada de área, delimitado por el elegante Oxford Street al norte.
Otras avenidas que lo limitan son Regent Street al oeste, Shaftesbury Avenue al sur, y Charing Cross Road al este.
El plato fuerte del Ronnie Scott
Son muchos los establecimientos en el Soho. De todos colores: azules, para solitarios, rojos para sedientos, rosados para amantes y negros para el jazz y el rock.
El plato fuerte del Ronnie Scott son los grupos de Jazz . Son tan «en vivo» que puede sentirse su aroma.
La música del Ronnie era, cuando lo visité, de todos los sentidos posibles.
Otra noche -y juro que no lo soñé el Rey Paul estaba sentado en una de las mesas menudas del Ronnie
McCartney aplaudía a otro músico caribeño, Arturo Sandoval, trompetista y pianista cubano de jazz con 9 premios Grammy y 17 nominaciones. Además de seis premios Billboard y un premio Emmy.
Sí. El Ronnie Scott exhalaba música.
Chico Freeman un gran saxofonista y trompetista de jazz, grabó toda una sesión en el Ronnie en 1986.
Por aquellos años también lo hizo desde ese club del Soho Nina Simone, cantante y arreglista estadounidense.
En 1978, el club estableció el sello Jazz House de Ronnie Scott, que emitió tanto actuaciones en vivo como nuevas grabaciones.
Scott siempre actuaba como el Maestro de Ceremonias y era conocido por su repertorio de bromas, comentarios y frases ingeniosas.
King continuó dirigiendo el club durante otros nueve años tras la muerte de Scott hasta que vendió el lugar al empresario de teatro Sally Greene y al filántropo Michael Watt en junio de 2005.
El lugar tiene magia.
Sea dicho solo como ejemplo que el 16 de septiembre de 1970, el legendario guitarrista Jimi Hendrix subió al escenario con su viejo amigo Eric Burdon y el funk californiano de War.
Dos días después de su set en el Jazz Club de Ronnie Scott en Londres murió
Hendrix, uno de los guitarristas más influyentes de la historia.
Pero quizá aún se hace notar en el Ronnie.
«En un momento de silencio toque la pared exactamente al lado de aquella puerta. Si se concentra bien va a poder sentir los latidos del corazón de Hendrix», aseguró un bouncer de piel negra, muy emocionado, cuyo nombre olvidé.
(Frank Martin vivió en Londres de 1984 a 1989)