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Crime and Spy Jazz on Screen, música del Film Noir

El Film Noir o Cine Negro que tomó vuelo como género cinematográfico en los años 30 con figuras ya legendarias como el actor Humphrey Bogart y el director John Huston tuvo en su trayecto ascendente un «socio» artístico: el jazz. 

El término de Film Noir es francés atribuido al crítico de esa nacionalidad Nino Frank pero en realidad no surgió en Francia sino en Estados Unidos donde tuvo su apogeo en desde 1939 a la década de los 50 . 

El jazz  se le unió “por el camino”  punteando las escenas con sus notas.   Ese es exactamente el vínculo del que habla el libro Crime and Spy Jazz on Screen, 1950–1970 (Crimen y espionaje – a los sonidos del jazz) de  Derrick Bang.

Bang  es un veterano escribiendo sobre  cine, televisión, música y entretenimiento en general para revistas y periódicos desde 1974. Tiene columnas y publica artículos habituales para The Davis Enterprise y vive en  Davis, California. 

Con 312 páginas, 250,000 palabras y 550 programas de cine y televisión, el libro es más bien un álbum con un excelente material de consultas donde todo detalle del tema está a la mano. 

Un ejemplo de los datos  y hallazgos de Bang sobre esta simbiosis puede ser The Wild One (El Salvaje), protagonizado por Marlon Brando en 1953. 

Hitchcock y Crime and Spy Jazz on Screen

Brando, un amante de la música que solía tocar «bongós», un instrumento de percusión en visitas a La Habana,  pidió que fuera la música de Shorty Rogers la que ambientara El Salvaje.  Rogers fue un trompetista, compositor, arreglista y director de orquesta de jazz. 

El libro de Bang asume que fue entonces la combinación de Brando con su petición y Rogers con su música los que facilitaron la llave del jazz al cine. 

En realidad The Wild One  tuvo poca  relación con crímenes  y ninguna  con el espionaje.  Dirigida por  László Benedek, Brando  interpretó el  jefe de una banda de motoristas inconformes con la sociedad. 

Crime and Spy Jazz on Screen, 1950–1970

Pero las escenas violentas y sugerentes de violencia «juegan» perfectamente con las composiciones de Shorty Rogers, con una sonoridad «clari-oscura» según lo que sucediera con la imagen. 

Más claro fue el jazz que enriqueció el estilo del rey del suspenso Alfred Hitchcock, en una serie de televisión sobre sus historias en la década de los años 50.  

Quien tenga edad para recordar, en el show Alfred Hitchcock Presents sabrá que el  legendario director daba una pausa de la historia que se presentara, y a veces  el jazz, en ciertas ocasiones, «hacía» los márgenes musicales. 

En ese espacio se utilizaron piezas jazzísticas en las imágenes de «Memos from Purgatory»  un relato de Harlan Ellison sobre su experiencia con las pandillas juveniles cuando se unió a una para investigarlas. 

Música del diablo

El cineasta británico era excelente para la cadencia del Film Noir, con temas sobre crimen y criminales, pero todo envuelto en una excelente capa refinada de imágenes de  expresionismo moldeado con una iluminación tenebrosa en claroscuro, escenas nocturnas  y lluvias infinitas. 

Probablemente el creador de Psicosis, Vértigo y Los Pájaros entre muchas otras obras, descubrió como el jazz increíblemente versátil y díscolo a la vez, ofrecía una vía para algunas escenas. 

El libro Crime and Spy Jazz on Screen, 1950–1970, en el cual se hacen hablar a ciertos protagonistas,  propone explorar el «misterioso” vínculo. 

En sus páginas se encuentran los esfuerzos de Elmer Bernstein buscando partituras de jazz para Man With the Golden Arm en 1955.  El tema principal de la película aún se escucha. 

Otro film de 1956, Baby Doll, de un tono sensual fuera de su época por el erotismo y matizado por el jazz causó un comentario que recoge el libro:  «No es de extrañar que la gente que va a la iglesia todavía considere el jazz como la música del diablo». 

En el volumen puede encontrarse a la banda  Count Basie’s que fue la primera en Estados Unidos en romper la barrera racial y hacer un tema de televisión.  Está además la creación para la pequeña pantalla con la que ha contribuído Quincy Jones  

MusicAdictus  / Foto principl: Free-Photos (Pixabay)

¿Qué sabemos de la moda de Miles Davis?

Los amantes del jazz en todo el mundo saben de Miles Davis que era capaz de dejar escapar la música como cascada de Moon and Stars, su mágica trompeta.

Miles, que murió a los 65 años de neumonía en 1991, trazaba una red de nota musicales cuando dibujaba más que tocar piezas como So What, All Blues y Blue in Green entre otras.

Son ciertos detalles del individuo los que pueden encontrarse en el libro titulado Miles Style: The Fashion of Miles sobre el elegante y peculiar Davis escrito por Michael Stradford un especialista del entretenimiento

El arte de dibujar el jazz no se les ha dado a todos los genios de esa también genial modalidad.

A Miles le valió el mote de «El Picasso del jazz» Era y es aún un mito cuando lo escuchamos en las mejores grabaciones.

Cierto que todos los mitos tienen detractores y seguidores.

Los detractores quizá se inventan explicaciones porque no han llegado a comprenderlo y descalifican su música al llamarla de «ruido insoportable».

Sus seguidores solo lo disfrutan. Los detractores no están interesados. Los seguidores querrían saber que este afroamericano, siempre estuvo atormentado.

Miles Davis, con turbante y piel de oveja

Dijo de sí mismo que era rebelde y negro, inconformista, frío y con estilo, airado y además sofisticado.

Se le recuerda en el Hotel Plaza de Nueva York, bajando de su Ferrari con un turbante en la cabeza y un abrigo de piel de oveja.

Herbie Hancock dijo de él que fue «siempre «la más moderna de las personas alrededor».

Algunos saben que nació en una familia rica del medio oeste de Estados Unidos que pudo permitirse enviarle a estudiar a una gran escuela de la Gran Manzana.

El libro de Stradford no va a defraudar a los verdaderamente interesados en conocerlo «en persona». Es una obra «viva» y logra el milagro.

Tiene agudas observaciones exclusivas sobre Miles hechas por Quincy Jones, Lenny Kravitz, Issey Miyake, Bryan Ferry y la ex esposa Frances Davis, entre otros.

El libro lanzado en mayo de 2020 tiende a la sensibilidad con la cual cultivaba la moda Davis. Ese perfil suyo era como su música innovadora y audaz.

Uno de los hombres mejor vestidos del siglo XX

El autor «viaja» sobre la moda personal de Davis para recorrer al hombre. Y llega a un destino. Su cultura era popular e inmaculada.

En cierta ocasión fue aclamado como «uno de los hombres mejor vestidos del siglo XX» por las revistas GQ y Esquire.

Una observación de Stradford es que Miles Davis fue «una de las voces culturales más importantes de los últimos cien años».

Es con su obra la esencia de un artista que fue el más romántico de la música de jazz.

MilesStyle, The Fashion of Miles está hecho con elegancia. La obra está recomendada para a los fanáticos, amigos y admiradores de Davis.

Esos que nunca viran la espalda ni cierran sus oídos cuando escuchan su música.

Esos prendados de sus notas del álbum Kind of Blue , grabado en solo dos sesiones en 1959

No es casualidad que Kind of Blue sigue siendo el disco de jazz más vendido de todos los tiempos.



Waldo de los Ríos: ¿Beethoven superstar?

«Rescatar» el autor de una obra musical espectacular es una cosa.

En el caso de Waldo de los Ríos, malogrado en el clímax de una alucinante carrera es otra.

Es bajarlo del espacio extraterrestre a la tierra  y explicarlo como un mega artista

El libro Desafiando al Olvido. Waldo de los Ríos. La biografía. (Rocaeditorial) es a su vez otra  proeza que  lo intenta.

Miguel Fernández con su biografía de Waldo de los Ríos brinda el néctar creativo de  quien trajo a las audiencias populares regalos regios, de estirpe inolvidable, pero olvidados por las mayorías.

Desde el 29 de marzo está disponibleen e-book y se espera por el control de la pandemia de coronavirus para distribuir los libros físicos.

Waldo de los Ríos, Oda a la Alegría

Es básicamente la historia de uno de los compositores más trascendentales del siglo XX en España.

La biografía escrita por Miguel Fernández trata de intepretar al fenómeno cultural de obtener oro con la música que nunca envejece.

El arreglo a Oda a la Alegría del argentino nacido en 1934 fue un disco que alcanzó el éxito en Estados Unidos, Alemania y Canadá.  Y después en todas partes.

El periodista y escritor español Fernández trata de buscar las líneas y describir las vías que descifren la vida artística de Osvaldo Nicolás Ferraro, más conocido por su nombre artístico Waldo de los Ríos.

De los Ríos dió a las grandes audiencias mundiales dos regalos.

Uno de estos fue en 1970 cuando De los Ríos hizo un arreglo de la «Oda a la alegría» de la Novena sinfonía de Beethoven.

Waldo de los Ríos y Mozart en Pop

En 1971 usó nuevamente su magia para  el arreglo de la Sinfonía n.º 40 de Mozart.

Este album fue grabado con la orquesta Manuel de Falla, y tuvo el número 1 en la lista de éxitos de Holanda y y entró en  los 10 primeros en otros países europeos.

Tuvo la osadía de sin dejar al margen el pop, el rock y la balada de hacer beber de las fuentes clásicas con rango de los inmortales como Beethoven, a los jóvenes de su época.

Con esa creación musical  de estirpe y de novedad más allá de cualquier  muchos en el mundo descubrieron, quizá, que la Música Clásica, así en mayúscula, en la madre de toda la música.

«Escucha hermano la canción de la alegría

el canto alegre del que espera un nuevo día

ven canta, sueña cantando

vive soñando el nuevo sol

en que los hombres volverán a ser hermanos,

ven canta, sueña cantando

vive soñando el nuevo sol

en que los hombres volverán a ser hermanos»·

Pianista, compositor, arreglista y director

Oda a la Alegría, fue escrita por el poeta Friedrich von Schiller en noviembre de 1785.

Beethoven conoció la obra y y la musicalizó. Así fueron los inicios de su Novena y última sinfonía en Re menor, Op. 125 cuyo movimiento final es para coro y solistas

Es histórica. Pasó a ser el Himno Europeo.

De los Ríos fue pianista, compositor, arreglista y director de orquesta. Se suicidó disparándose con una escopeta el 28 de marzo de 1977 en Madrid.

Venía como de una familia musical. Su padre fue músico y su madre Martha de los Ríos,  cantante folclórica.

Al  final de su vida fue víctima de una depresión aguda.

Sólo detras de los Rolling Stones

Pero es su vida la que importa. Fernández explica en su libro cómo De los ríos se convirtió en  una estrella internacional.

Por qué aún muy joven ocupó el número uno de las listas de 12 países.

Y cuál fue el elíxir que usó en la época de oro del rock, para ser en el Reino Unido el número dos, solo por detrás de los Rolling Stones con Oda a la Alegría.

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